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En octubre de 1769, Nicolas-Joseph Cugnot probaba por las calles de París el primer coche de la historia. Se trataba de una especie de triciclo provisto de una máquina de vapor a la que llamó Fardier à vapeur (“Coche de vapor”). Desde aquel momento, hace 249 años (cuando también nació la seguridad vial), hasta hoy, el automóvil ha experimentado una evolución sin precedentes y los humanos nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de “máquinas que andan”.
Sin embargo, los comienzos no fueron fáciles. Cuando los coches empezaron a sustituir a los carros de caballos, la sociedad se mostraba muy preocupada por otorgar el control de la conducción a las personas. Según ellos, dos cerebros, el del animal sumado al del humano, eran mejor que uno solo y por tanto ofrecían una conducción más segura. Por aquel entonces, se pensaba que los caballos ayudaban a evitar colisiones y que los humanos estarían perdidos sin ellos.
“Cuando se inventó el coche, la sociedad se mostraba preocupada por otorgar el control de la conducción a las personas ya que no contarían con la ayuda del caballo”
Y lo cierto es que no iban muy desencaminados. Con todos los avances que trajo consigo el automóvil, este también generó nuevos peligros o riesgos para la seguridad de las personas en la carretera. Así, a principios del siglo XX los accidentes de coche se convirtieron en la principal causa de muerte accidental en los Estados Unidos, ya que la seguridad vial no era aún prioritaria por aquel entonces. En casi todos ellos era el conductor, y no la máquina, el culpable de lo sucedido.
Conducir a gran velocidad o bajo los efectos del alcohol eran conductas frecuentes en el año 1900, lo que causó un gran número de colisiones y muertes en las carreteras. Sin duda, la seguridad vial era un concepto muy alejado de lo que es actualmente. Por eso fue necesario crear normas y darlas a conocer entre la sociedad para controlar la forma en la que las personas se comportaban cuando se colocaban en el asiento del conductor, y lograr progresivamente una conducción más eficiente por parte de todos.
Los accidentes de coche: principal causa de muerte en EEUU en el siglo XX
En España, de hecho, se aprobó el 17 de septiembre de 1900 el “Reglamento para el Servicio de Coches Automóviles por las Carreteras del Estado”, que buscaba una primera regulación en pos de la seguridad vial. En su artículo 2 establece la definición de automóvil: “bajo el nombre de coche automóvil, o simplemente automóvil, se comprenden los carruajes movidos por fuerza mecánica”. Estos, para poder circular por carreteras, debían contar con bocina o campana de timbre sonoro, faroles en el frente, indicadores que se iluminaran por las noches y dos sistemas de frenos para detener el motor. Además, en ese reglamento ya se limitaba la velocidad a 28 km/h en vías interurbanas y a 15 km/h en vías urbanas.
“A principios del siglo XX los accidentes de coche se convirtieron en la principal causa de muerte accidental en los Estados Unidos”
Después, llegaron los semáforos y las señales de tráfico, todo ello con el objetivo de alcanzar una conducción más segura y eficiente. El primer semáforo apareció en 1923 gracias al inventor estadounidense de Garrett Morgan, que patentó un rústico aparato manejado a mano que servía para dirigir el tráfico en dos avenidas: las señales “pare” y “siga” giraban hacia la calle donde los vehículos debían detenerse o continuar la marcha. Dos años después, General Electric le compró la patente a Morgan por 40.000 dólares y desarrolló el semáforo de luces que hoy en día todos conocemos, clave para la seguridad vial.
En Estados Unidos las señales de tráfico tienen su origen en el “Manual sobre Sistemas Uniformes de Control de Tráfico”, elaborado en 1935, y que sirvió para estandarizar los distintos códigos de circulación que había en el país. En España, en cambio, se unificaron los diseños de las señales con los de otros 65 países de Europa, Asia y África gracias a los dictados de la Convención de Viena sobre Señalización Vial de 1968. Este encuentro fue vital para mejorar las medidas de seguridad en la carretera y estandarizar las normas y símbolos, logrando con ello una conducción más segura.
El cinturón de tres puntos puede haber salvado 10 millones de vidas
Por su parte, la industria, consciente de que había una preocupación creciente en cuanto a la seguridad vial que ofrecían los automóviles, comenzó a trabajar para que los coches fueran más seguros y a realizar pruebas para ver cómo las colisiones afectaban al cuerpo humano. Así, en 1930 salieron al mercado los primeros coches con frenos hidráulicos y marcos de acero; y en 1959 Volvo empezó a instalar el cinturón de seguridad de tres puntos, que se calcula que puede haber salvado 10 millones de vidas, por tanto, un hito histórico en el campo de la seguridad vial.
Los gobiernos también tomaron cartas para que las normas de seguridad se cumplieran y así reducir los accidentes al volante. Empezaron a multar a los conductores temerarios, obligaron a que todos los vehículos nuevos contasen con ciertos sistemas de seguridad como airbags o tableros acolchados e hicieron obligatorio el uso del cinturón.
“En 1959 Volvo empezó a instalar el cinturón de seguridad de tres puntos, clave para la seguridad vial y que se calcula que puede haber salvado 10 millones de vidas”
En España, desde 1992, y en otro paso más para fomentar la seguridad en la carretera, tanto el conductor como los pasajeros, deben llevar abrochado el cinturón de seguridad y todos los vehículos matriculados a partir de ese año los llevan instalados en todos los asientos. Se calcula que este dispositivo reduce en un 90% el riesgo de fallecer en caso de choque frontal y hasta la mitad en caso de alcance trasero. Aunque al principio costó crear el hábito de abrocharse el cinturón, hoy en día prácticamente nadie duda de la importancia de este gesto, algo básico para una conducción segura.
Tras haber trabajado en normas de circulación y en la seguridad de los coches ya solo queda adaptar las carreteras a la conducción de vehículos. Estas han ido mejorando poco a poco y añadiendo sistemas que ayudan a reducir el número de accidentes: señalización vertical y horizontal, barreras de contención, iluminación… El estado de las infraestructuras es un factor importante a la hora de garantizar la seguridad en las carreteras.
En 1989 se registraron 5.940 muertes en las carreteras de España
Toda esta evolución en seguridad vial ha permitido aumentar la seguridad en las carreteras y reducir el número de accidentes a lo largo de los años. En 1960, primer año del que se tienen estadísticas en España, se registraron 1.300 fallecidos con un millón de vehículos en circulación. En 1989 se registró el récord en siniestralidad con 5.940 personas muertas por accidentes. Y en 2017, con más de 32 millones de coches circulando, los fallecidos fueron 1.200.
“En España, en 2017, con más de 32 millones de coches circulando, los fallecidos en carretera fueron 1.200. En 1960, con solo un millón de vehículos, la cifra alcanzó los 1.300 fallecidos”
Para llegar a esta situación han sido muchos los esfuerzos dedicados a mejorar la seguridad vial y la conducción eficiente, tanto a nivel tecnológico como legislativo y de educación de los conductores. Hábitos tan normales hoy en día como ponerse el cinturón de seguridad o no exceder el número de plazas permitido en un vehículo, hasta hace unos años no lo eran tanto. Pero todavía hay mucho que hacer hasta alcanzar los cero muertos en carretera por accidentes de tráfico.
¿Cuál es el futuro de la seguridad vial? Algunas pinceladas: retrovisores que funcionan por vídeo y no mediante espejos para eliminar los puntos ciegos y, por supuesto, automóviles autónomos que prometen cambiar drásticamente el papel del conductor al volante y seguir mejorando de esta manera la seguridad en la carretera.
Escribe: Eva Fernández.