La biotecnología marca el camino. En algunos casos de forma literal. El uso de tecnología que explota o imita los organismos vivos es cada vez más común, también en la construcción de carreteras. Desde hace años muchas están sustituyendo el betún de las mezclas asfálticas por materiales más sostenibles como las microalgas.

 

El betún es un subproducto del petróleo que se utiliza por su adherencia, impermeabilidad y su alta resistencia a la carga. Es uno de los ingredientes principales de la mayoría de carreteras asfálticas del mundo. Cada año se producen más de 11.000 millones de toneladas de betún en Europa, más del 90% de las cuales se dedican exclusivamente a la construcción de carreteras.

 

 

Para reducir estas cifras, distintas iniciativas a lo largo del globo están buscando sustitutos. Plástico reciclado, neumáticos o incluso grafeno son algunas de las alternativas. Una de las más llamativas es la del bioasfalto, un material que sustituiría el betún por una textura viscosa que producen las microalgas después de pasar por un complejo proceso químico. 

 

Se trata de la llamada licuefacción térmica, un proceso aplicado normalmente para convertir la biomasa en energía. La licuefacción permite aprovechar los residuos de microalgas que se obtienen, por ejemplo, tras su uso en la industria cosmética. De esta forma no solo se están usando materiales naturales y renovables, sino que se está aprovechando lo que hasta ahora era un residuo. Lo que hasta hace poco eran desperdicios se refina ahora con el objetivo de lograr un bioasfalto revolucionario.

 

Las algas son las más extendidas, pero no son la única forma de fabricar bioasfaltos. La empresa holandesa TNO ha lanzado otra alternativa al betún a través de las cortezas de los árboles. La lignina es un polímero presente en la corteza de los árboles que impide la entrada de agua en el cuerpo de la célula. Añadiendo este material al asfalto, explican desde TNO, se reduciría la cantidad necesaria de betún.

La universidad de Carolina del Norte, en EEUU, ha apostado por sustituir  los derivados del pe­tróleo en la fabricación de carreteras por excrementos del cerdo. En estos desechos tan contami­nantes se han encontrado componentes oleosos que tienen propiedades parecidas al petróleo, pero no suficiente poder calorífico para ser convertidos en gasolina. 

El principal beneficio de usar bioasfaltos es, obviamente, el ecológico. El asfalto es un material muy usado en la ingeniería civil y cambiar uno de sus componentes más contaminantes por materiales orgánicos podría reducir su impacto ambiental. Sin embargo, no es el único beneficio de este tipo de material. Las carreteras de bioasfalto están hechas con mezclas más elásticas, por lo que se mejora la resistencia a la fisuración. Aumenta, así, su seguridad y durabilidad. Además, el color es más negro y el contraste entre los dibujos blancos y el asfalto es más fácil de percibir por los conductores y peatones. 

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