Los coches autónomos han dejado de ser cosa del futuro para convertirse en una realidad de nuestro presente. Muchos de los vehículos que podemos adquirir hoy en día en el mercado ya incorporan sistemas de aparcamiento asistido u otras tecnologías que relevan al conductor en alguna de sus tareas, hasta ahora, habituales.La ciencia y la tecnología se encuentran a solo unos pasos de la autonomía completa.

Tanto en España como en otros países ya se están haciendo pruebas con coches que circulan de manera autónoma. Desde hace unos años, se viene hablando de los vehículos autónomos, robóticos o sin conductor. Estos son capaces de imitar las capacidades humanas de manejo y control y, a la vez, percibir el medio que les rodea y circular en consecuencia. El conductor lo único que tendrá que hacer es elegir el destino y el coche hará todo lo demás.

Para que eso ocurra es necesario la intervención de tres tipos de sistemas conectados entre sí. En primer lugar, para que el coche sea independiente, debe ser capaz localizarse en el espacio. Para ello, se utilizan sistemas de GPS altamente sofisticados.

En segundo lugar, es necesario un sistema dinámico de reconocimiento (cámaras, láseres y sensores) para identificar en tiempo real objetos extraños o elementos no esperados en el trayecto: obstáculos en la carretera, peatones, lluvia… 

Y, por último, un programa que utilice la información que recibe de los otros sistemas para actuar en consecuencia; es decir, acelerar, frenar, girar, adelantar… cuando sea conveniente. Esto último es posible gracias a los avances en los sistemas de inteligencia artificial y machine learning (aprendizaje automático).

Reducirán la tasa de accidentes

Una de las ventajas que podrían acarrear los coches sin conductor es el incremento de la seguridad al volante. Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), un 90% de los casos los accidentes que se produjeron en 2016 fueron causados por errores humanos. En este sentido, los sistemas de conducción independientes reducirán el volumen de situaciones de riesgo como excesos de velocidad, adelantamientos incorrectos, salidas de vía… y, por tanto, ayudarán a disminuir la tasa de accidentes. Se estima que, en 2050, gracias al uso generalizado del coche autónomo, la siniestralidad podrá reducirse en más de un 80%.

También mejorará la movilidad. Por ejemplo, las personas que tengan un impedimento

físico para conducir o aquellas que sean demasiado mayores o jóvenes para hacerlo podrán desplazarse sin problema ya que el coche hará todo por ellos. 

Se prevé, también, que el tráfico dentro de las grandes ciudades sea más fluido. Los coches circularán de forma acompasada, evitando embotellamientos y aprovechando mejor el espacio de la calzada.

Otro aspecto importante es la eficiencia en el consumo de gasolina. Los vehículos estarán diseñados para optimizar el gasto en combustible. Además, al evitar acelerones, frenazos o cambios bruscos de velocidad, también se reducirán las emisiones de CO2.

Otra ventaja para el conductor será la posibilidad de aprovechar sus desplazamientos para realizar otro tipo de actividades: leer, hablar por teléfono, comer o ver una película. Así, el interior de los coches se adaptará para convertirse en un espacio para el ocio o el descanso.

La industria automovilística lleva años investigando y trabajando en el desarrollo de vehículos sin conductor. Es el caso, por ejemplo, de Toyota o de Apple. Esta última ha confirmado el desarrollo un sistema de conducción automática, aunque no ha desvelado si se trata solo de un programa o están construyendo ellos mismos un coche.

 

En 2020 los coches autónomos estarán en el mercado

Tesla han anunció que, en breve, todos sus coches serán completamente autónomos. En su caso, ya comercializan un coche semiautónomo que recibe el nombre de Tesla S. 

Por su parte, Audi presentó a principios de 2017 el Audi Q7, un coche autónomo desarrollado junto a la empresa Nvidia que basa su sistema de conducción automatizada, llamado PilotNet, en la inteligencia artificial. La nueva versión del A8, además, viene equipado con una tecnología que eleva el coche al nivel de semiautónomo.

Google ha sido también una las pioneras en trabajar en este tipo de automóviles. Tal es la importancia de los coches automáticos para el gigante americano que ha creado Waymo, una compañía especializada en el desarrollo de sistemas de conducción sin conductor dentro del conglomerado de Alphabet.

En Europa, se llevó a cabo el “European Truck Platooning Challenge 2016” mediante el cual un grupo de camiones autónomos circularon durante varios días por las carreteras del continente. 

Y en España, en 2015, un coche realizó el trayecto de 599 kilómetros entre Madrid y Vigo sin que el conductor interviniera en la marcha. 

 

Nuevos usos del espacio

Llegado el momento, los coches autónomos serán toda una revolución pero no solo en la conducción, sino también en la vida de las personas y en la configuración y el trazado de las ciudades y las carreteras. Todos estos cambios precisan de una planificación y de un proceso de adaptación al nuevo contexto. Por ejemplo, una de las posibles consecuencias de la introducción de estos coches sería la disminución del volumen del tráfico en las ciudades. Según el experto Blaine Leonard en declaraciones a SmartCitiesDive,

un 30% del tráfico en los distritos empresariales de San Francisco o Los Ángeles se debe a personas que están buscando un hueco para aparcar su vehículo. Si los coches autónomos pueden conducir solos hasta una plaza fuera del centro, que además sería más barata, no sería necesario dedicar tanto espacio para plazas de aparcamiento.

Además, ya no harían falta sistemas como las zonas de aparcamiento regulado o de residentes. Este espacio ‘sobrante’ en las ciudades podría ser reutilizado para nuevos fines (ampliarse las aceras o construirse más parques, zonas de ocio, cultura…) De hecho, Kinder Baumgardner, jefe del estudio de arquitectura en Houston de la multinacional SWA, propone reutilizar los parkings subterráneos para viviendas. Estas serían más baratas por la falta de luz natural, pero también más espaciosas.

La estructura de las carreteras también tendrán que adaptarse al nuevo contexto. Por ejemplo, será importante que las líneas de separación de los carriles estén bien pintadas para que los coches puedan “ver” mejor; mientras que ya no serán necesarias las señales de tráfico porque los vehículos sabrán perfectamente la salida que deben tomar y a qué velocidad deben ir.

Aunque la mayor obra de ingeniería sea, quizás, dotar al trazado de las carreteras de fibra óptica y sensores que recopilen información y la compartan con los vehículos que circulan por ese tramo. En Utah, Estados Unidos, llevan 20 años introduciendo este sistema en sus vías y en Ohio, como parte de un proyecto de ciudades inteligentes, el Estado se gastará 15 millones de dólares para instalar fibra y realizar diversas pruebas en este campo.

Se piensa también que con la reducción del tráfico y la comodidad de los desplazamientos las ciudades se expandirán y más personas estarán dispuestas a vivir fuera del centro y desplazarse a diario para trabajar.

Aunque para llegar a ese escenario es necesario superar antes una serie de obstáculos. Uno de los más importantes es la fiabilidad y precisión de los mapas de carreteras. La cartografía en alta definición es una de las piezas esenciales para el correcto funcionamiento de un coche autónomo. Para ello, las compañías que desarrollan los mapas y los sistemas de GPS deben mejorar y refinar sus productos.

Otra cuestión a tener en cuenta es la percepción de este tipo de vehículos y su capacidad de penetración dentro de la sociedad. Los conductores siguen mostrándose reticentes a estas tecnologías, bien porque les gusta conducir de forma tradicional o porque no se fían. 

Por último, es necesario que los gobiernos establezcan un marco jurídico adecuado que haga posible la conducción automática. A día de hoy, una Convención de Viena sobre circulación vial del año 1968 dictamina que los conductores deben mantener el control de su vehículo en todo momento y descarta la conducción altamente automatizada. Aunque existe la intención de modificar esta norma, el debate se encuentra sobre la mesa y los países deben legislar sus respectivas leyes con respecto a esta materia. 

España no se adhirió a la convención de Viena por lo que, en teoría, los vehículos autónomos pueden circular libremente. Aun así está siendo uno de los primeros países en apostar por el desarrollo de esta tecnología y desde 2015 permite realizar pruebas o ensayos de investigación con vehículos autónomos en vías abiertas al tráfico. Además, consciente de los avances tecnológicos en este sector, la DGT ha regulado el uso de los sistemas de ayuda al estacionamiento asistido sin la intervención del conductor. Además, cuenta con un primer reglamento que regula este tipo de vehículos. El documento es un primer paso para sentar las bases de la regulación del vehículo autónomo en España. 

La velocidad a la que evolucione la tecnología será el motor para que todos estos condicionantes se resuelvan con la misma rapidez. Será necesario, puesto que el desembarco de los coches autónomos es inminente. El mundo se está preparando y el futuro no espera.

Escribe: Eva Fernández.
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