Usamos cookies y otras tecnologías propias y de terceros para hacer funcionar de manera correcta y segura nuestra página web. También las usamos para analizar la navegación de los usuarios y poder ajustar la publicidad a tus gustos y preferencias. Política de Cookies.
Google Maps y la revolución GPS
Uno de los mayores avances del Renacimiento no tuvo que ver con la pintura ni el humanismo: se vivió en el mundo de la cartografía. Los mapas, hasta entonces dibujados a mano, pasaron a ser impresos. Dice el historiador cartográfico de la Universidad de Londres Jerry Brotton que esa revolución se queda en nada al compararla con la que está viviendo ahora el mundo de la cartografía. «Eso fue enorme. Pero esto es aún más grande», comentaba hace poco en un estudio refiriéndose a la tecnología GPS.
Los GPS están cambiando la manera en la que nos movemos. Aplicaciones como Google Maps, Waze o TomTom nos guían por nuevos caminos, relegando el tradicional mapa de papel a un espacio olvidado en la guantera. Pero su utilidad no se limita a decirnos cuándo girar a la derecha, sus nuevas funciones pueden detectar o incluso pronosticar atascos, avisar sobre cortes o condiciones climáticas o dar valiosa información sobre cómo se produjo un accidente. Y, de paso, están transformando los roles que juegan los mapas en nuestras vidas.
Las naciones de todo el mundo se están beneficiando de la tecnología GPS para lograr una mayor seguridad vial. Los departamentos internacionales de transporte están cargando capas de datos geoespaciales y llevándolos a la carretera virtual. Están mapeando cada carretera, señal de tráfico y barandilla de la que son responsables. El trabajo es ingente, pero los beneficios, claros.
Hace apenas 10 o 20 años las ciudades eran laberintos por los que solo nos podíamos guiar estudiando el callejero y estando atentos a las señales. Los viajes se tenían que planificar, memorizar y ejecutar, pendientes siempre del kilómetro en el que nos hallábamos, del número de salida en la que debíamos tomar un desvío. Percances como un accidente, un atasco o una carretera cortada sorprendían al conductor con el tiempo justo para reaccionar. Hoy recibimos toda esa información por los oídos, con máquinas que nos dicen qué dirección tomar o qué imprevistos nos esperan en la carretera. La función del copiloto se limita ahora a cambiar de canción.
Nadie duda de que los GPS han hecho los viajes más cómodos. La lucha está ahora en hacerlos más seguros. Una de las funciones más desconocidas y utiles de estos dispositivos es la de funcionar como fiel registro en caso de un accidente. El proceso de investigación de aseguradoras y agentes resulta ahora mucho más fácil gracias a estas apps, auténticas cajas negras de los vehículos.
Estos dispositivos también pueden dar pistas a las Administraciones sobre puntos negros o lugares donde el tráfico se encona con cierta asiduidad. El hecho de que todo el mundo las use es lo que hace que sean tan precisas. Cientos de millones de personas proporcionan a Google datos en tiempo real. Datos que el gigante tecnológico utiliza para analizar el tráfico y las condiciones de la carretera.
Así es como funciona: todos los iPhones que tienen Google Maps abierto y los Android que tienen servicios de ubicación activados envían datos anónimos a Google. Esto le permite analizar cuántos coches hay y a qué velocidad se mueven en cada carretera en cualquier momento. De esta forma puede adivinar cuándo ha habido un accidente, un atasco o incluso un maratón, porque un gran grupo de personas se mueve más rápido de lo que la gente suele moverse, pero no hay automóviles en las carreteras.
Pero la idea no es solo avisarnos de los atascos, sino, eventualmente, evitar que se produzcan. El especialista en cartografía digital TomTom ha explicado recientemente que tiene un papel que desempeñar en la reducción de los atascos. La idea no es solo ahorrarnos tiempo, sino reducir la contaminación y hacer más eficientes los desplazamientos. Sin embargo, TomTom también ha reconocido que no es más que una organización en un gran ecosistema de gobiernos, instituciones, empresas e individuos. Si queremos que la cartografía digital suponga una revolución aún mayor, deberíamos trabajar todos juntos.