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La vegetación que flanquea las carreteras no es baladí
“Siempre digo que hay que integrar la vía pública en el entorno natural. Cualquier vía pública de tren o carretera es una fragmentación del territorio, y lo que hay que hacer es integrarla lo mejor posible”. Palabras de Francisco Javier Cantero Desmartines, técnico del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales.
La vegetación que vemos en los márgenes de una autopista o en caminos por doquier no es baladí. Y la mejor opción —cosa que no siempre se ha hecho bien— consiste en emplear las especies autóctonas de cada lugar. “Paisajísticamente es lo más adecuado, y también resulta más barato”, resume el experto, que incide en el objetivo final: la seguridad vial y la prevención de incendios. A este respecto, apunta con claridad meridiana: “Hay que andar con mucho cuidado, pero la culpa del fuego no la tiene la vegetación, sino la gente. Las gasolineras están llenas de gasolina y no se queman. El monte se quema porque hay personas con poca educación y civismo. Y esto es continuo. Tenemos incendios cada dos por tres y todos parten de la gente. Aparte de la basura que tiramos, que es otra historia… El dominio público de carreteras se cuida para que en el verano la vegetación no esté alta y el fuego progrese menos en caso de que se queme”.
Los tiempos están cambiando
Casi todo cabe en Dylan, valga la licencia. Cantaba el músico que los tiempos están cambiando. También en materia de prevención u ornamentación arbórea al borde del asfalto, de modo que no se deben evaluar a la ligera actuaciones del pasado con las lentes actuales porque cada época mira la vida a su manera. Han evolucionado las leyes, los vehículos y la propia sociedad. Y, como la experiencia es un grado, en las últimas décadas se han impuesto diferentes tendencias sobre la vegetación. Como recuerda el ingeniero técnico forestal, “inicialmente se plantaban especies de viveros que no siempre eran las más adecuadas para el suelo del sitio. No es lo mismo lo que se planta en el norte de España que en el sur, el este o el oeste. Porque no es el mismo clima”.
Por ejemplo, muchas carreteras del norte del país cuentan con las consideradas “especies rápidas” que, después, se ha visto que eran exóticas e invasoras en la zona, como la hierba de las Pampas, arbustos como las budelias y árboles como las robinias. “Son plantas que se están extendiendo incluso a cultivos y bosques fuera de las vías aledañas a la comunicación, pero no podemos juzgar esto con los ojos de hoy”, insiste Francisco Javier Cantero Desmartines.
Por el medio ambiente y la seguridad vial
Buenas noticias sobre la vegetación que flanquea nuestros viajes. Por fortuna, la mayor parte de las empresas que se encargan de estas tareas lo hacen bien. “Hay un grupo de trabajo de ámbito nacional sobre fragmentación de hábitats que busca coherencia; que en todos estos proyectos de infraestructuras de transporte, sean carreteras o ferrocarriles, tanto los técnicos de obras públicas como los que atienden a la naturaleza y su conservación, hablen un idioma común. Que se entiendan y que estas cosas vayan funcionando con un conocimiento conjunto para no dañar la flora y fauna con las infraestructuras”. En este sentido, subraya Cantero Desmartines, España es uno de los países que están al frente en la Unión Europea.
Ya lo decíamos: nada es baladí. A la hora de proyectar la vegetación junto a las carreteras, se propugna emplear las especies autóctonas en cada demarcación: por el paisaje y por el presupuesto. Desde luego, no conviene poner árboles muy grandes que se puedan caer en caso de tormenta ni aquellos que dejen broza o frutos en el asfalto. Tampoco se plantea la floresta en las glorietas porque, a la larga, igual genera riesgo de accidentes. Obviamente, en los márgenes de las carreteras tampoco se planta nada inflamable ni que oculte la visión de los conductores. Y, salvo que sean las propias del terreno, se evitan especies que producen alérgenos —como ciertas leguminosas y olivos— y otras que pueden ser vectores de enfermedades de otras plantas, como los espinos de fuego. Sin duda, todo un arte al que seguramente prestaremos más atención —sin perder la concentración al volante, claro— en próximos desplazamientos.
“Las estructuras administrativas cuidan bastante todo esto. Siempre hay errores, pero, por lo general, somos un país civilizado”, concluye el técnico.