El café es, junto con los refrescos de cafeína (o el té, en el caso de los que prefieren la teína), el aliado de los conductores que buscan despejarse. Sobre todo cuando saben que aún les quedan unas cuantas horas y kilómetros de carretera por delante y temen que el sueño les acabe venciendo. Y no digamos si, encima, es de noche.

 

Pero la relación coche-café va mucho más allá. Algunos fabricantes de vehículos, sin ir más lejos, llevan esta bebida en su ADN. Es el caso de Peugeot. Fue a principios del siglo XIX cuando su fundador,Jean-Jacques Peugeot, abrió en Doubs (Francia) su fábrica de molinillos de café, producto que aún siguen comercializando. Tuvo que pasar casi un siglo hasta que sus descendientes probaran fortuna en el mundo del automóvil.

 

En los últimos años, la relación parece haber cuajado pero a la inversa. Son varias las firmas que, tras haber triunfado en la industria del motor, han comenzado a hacer sus pinitos en la del café.

 

A la hora de hablar de pioneros en esta materia, probablemente sea Volkswagen la primera marca a citar. Ya a finales de los 50 ofrecía la opción de incluir una cafetera en el salpicadero de alguno de sus vehículos.

 

Lamborghini lanzó hace casi 15 años su primera cafetera. Al igual que ocurre con sus vehículos, su máquina de café se caracteriza por su exclusividad (en su lanzamiento solo fabricó 1.000 unidades). Y también por no estar al alcance de cualquier bolsillo…

 

En el caso de la empresa italiana Super Veloce, su fundador, Paolo Mastrogiuseppe, ha sabido combinar dos de sus pasiones, los coches y el café, diseñando cafeteras que simulan el motor de un vehículo de gran cilindrada. Algunos de sus modelos superan con creces el precio de cualquier utilitario medio.

 

Mucho más accesibles son las máquinas de Handespresso, pensadas para llevar y cargar en el coche. El fabricante está detrás también de las cafeteras portátiles que algunos fabricantes como Audi, Fiat, Suzuki o Nissan ofrecen como accesorio de sus vehículos.

 

Tal vez el episodio más rocambolesco de la relación café y coche se produjo en 2010. Aquel fue el año que surgió el Car-puccino, un Volkswagen Scirocco que los responsables del programa de ciencia Bang Goes The Theory, de la BBC, ‘tunearon’ para que pudiera ir de Manchester de Londres con café como único combustible. Para recorrer los algo más de 300 km que separan ambas ciudades, el vehículo necesitó más de 70 kg de café. Los científicos detrás de la iniciativa calcularon que, como combustible, este producto resultaría hasta 50 veces más caro que la gasolina. El café, mejor en taza que en surtidores. 

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