Nos venden el coche eléctrico como la alternativa sostenible y no contaminante de los vehículos a combustión. Pero que no emitan residuos a la atmósfera por el tubo de escape no significa que su huella de CO2 sea cero o, al menos, neutra. Así que sí es factible decir que, aunque menos que los coches diésel o gasolina, el coche eléctrico también contamina.

Ahora bien, ¿qué entendemos por huella de carbono?

Se trata de un indicador que mide la cantidad de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera al realizar alguna actividad. En el caso de los vehículos, se tiene en cuenta toda su vida útil, desde su fabricación (carrocería, interiores, motor, acabados…) hasta su circulación y posterior desguace.

Si tomamos como referencia un vehículo de tamaño medio, como puede ser un compacto o un B-SUV, con una potencia media de entre 120 y 130 caballos, la producción del modelo eléctrico supondría cerca de 13 toneladas de CO2, mientras que su equivalente en gasolina estaría entre 5 y 6 toneladas.

The arm of a car production line

Volkswagen, por ejemplo, hizo un estudio al respecto basado en su modelo eléctrico ID.3 comparándolo con otro coche de su marca, el Volkswagen Golf, tanto en su versión diésel como de gasolina. El resultado fue que la fabricación del ID.3 lanzó 13,7 g/km de CO2 frente a los 7,1 g/km del diésel y los 6,8 g/km del gasolina. Es decir, más del doble. Y esto se debe a la producción de las baterías de litio del coche eléctrico, que es mucho más contaminante.

Se trata de un indicador que mide la cantidad de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera al realizar alguna actividad. En el caso de los vehículos, se tiene en cuenta toda su vida útil, desde su fabricación (carrocería, interiores, motor, acabados…) hasta su circulación y posterior desguace.

Según un informe de las Agencias de la Energía y la Administración de Transportes, la media se sitúa entre los 150 y 200 kg de CO2 por kWh de batería. Así, un coche eléctrico con una batería de 100 kWh ya habrá emitido entre 15 y 20 toneladas de dióxido de carbono antes de salir a la calle.

 

Sin embargo, hay que decir que esas emisiones se equilibran en el momento en que los coches empiezan a circular, ya que los vehículos eléctricos no arrojan partículas nocivas a la atmósfera, como sí hacen los que utilizan combustibles fósiles a través de sus tubos de escape. Aunque incluso así habría que matizar algo: la electricidad que consumen al recargar sus baterías sí puede estar generando huella de carbono si no procede de energías renovables y limpias.

Así pues, y a modo de resumen, aunque para producir un coche eléctrico se lanzan a la atmósfera más emisiones de dióxido de carbono que con otro de combustión, a largo plazo, esa huella de carbono es mucho menor en los coches eléctricos que en los vehículos que consumen diésel o gasolina. Es lógico, entonces, que muchos gobiernos y compañías estén apostando por este tipo de vehículos para la movilidad del futuro.

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