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Pasamos mucho tiempo en el coche. A veces demasiado. La consultora de transporte INRIX midió la congestión de 1.360 ciudades de 38 países para ver cuánto tiempo perdíamos anualmente en atascos. Los Ángeles ocupó el primer lugar: sus conductores pasaron un promedio de 102 horas al año en atascos. Moscú y Nueva York completaron el podio con 91 horas perdidas. Algo más lejos se encontraba São Paulo, con un total de 86 horas, y a distancia sideral las urbes europeas. En Madrid, por ejemplo, se pierden casi 40 horas en retenciones al año.
¿Qué podrías hacer en 100 horas? Pues leerte las cinco novelas (de momento) de la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin. Según los cálculos de un estudio hecho con inteligencia artificial, se necesitan necesitan 98,33 horas para terminar Juego de tronos (que da nombre a la famosa serie de HBO), Choque de reyes, Tormenta de espadas, Festín de cuervos y Danza de dragones. Otros libros analizados en el estudio son la Biblia, cuya lectura de principio a fin requiere 43,79 horas, El señor de los anillos (26,28 horas) o Don Quijote de la Mancha (21,72).
Desde hace años estas dos variables se pueden conjugar. Los audiolibros son cada vez más populares en todo el mundo y pueden convertir un tedioso atasco en una experiencia agradable. Puedes convertir el viaje a la oficina en un viaje a otros mundos. Por seguir en el universo de R.R. Martin, sus audiolibros son todo un éxito entre los seguidores de la serie.
Entre otras cosas porque en su versión en inglés los narra el actor Roy Dotrice, que interpretó al piromante Wisdom Hallyne en la segunda temporada de la serie Juego de tronos. El actor, fallecido recientemente, obtuvo una entrada en el récord Guinness por poner voz al mayor número de personajes en un audiolibro, nada menos que 224.
La mayoría de best sellers tienen su versión en audiolibro, proliferando especialmente géneros como el ensayo, al ser eminentemente práctico y no necesitar demasiada concentración. También tiene mucho éxito el terror, al ser un tipo de literatura muy ambiental que puede ganar en su salto al sonoro. Dentro de este género, es especialmente prolífico (también en audio) Stephen King, quien narra en primera persona Mientras escribo, su muy recomendable biografía. La novela romántica, según las principales plataformas, es también una de las más escuchadas, con su reina particular, Megan Maxwell, liderando también aquí.
Antes de escoger un libro deberíamos escoger una plataforma, pues la mayoría son de pago. Se puede optar por alternativas como Audible (propiedad de Amazon), presente en casi todo el mundo. Kobo, del gigante nipón Rakuten, también es una buena opción al estar presente en muchos idiomas y con muchos títulos. La sueca Storytel tiene también una buena selección de títulos e idiomas, y tiene el plus de ofrecer muchos de los títulos tanto en versión escrita como en oral, para que el lector/oyente pueda compaginar ambos formatos dependiendo de la ocasión. También de Suecia llega Spotify, donde, además de canciones y podcast, podemos encontrar una limitada selección de libros clásicos. Por último, iVoox se convierte en una alternativa más abierta. Es gratuita y la mayoría de audiolibros que se encuentran en ella no son autorizados, sino lecturas que fans altruistas hacen de sus obras favoritas.
No solo los libros se escuchan. En los últimos años periódicos de todo el mundo han pasado a ofrecer a sus suscriptores una versión en audio de sus reportajes más leídos. El pionero en este campo fue el New York Times. Al inicio de muchos de sus grandes reportajes hay una versión en audio de los mismos. El New Yorker, famoso por reportajes y ensayos increíblemente largos, adapta muchos de estos al formato audio, aunque por su facturación y diversidad de voces y efectos podría considerarse más bien un podcast. Por último, en español, el periódico El País también ha optado por adaptar al audio tres artículos a la semana, que son narrados por los mismos periodistas que los han escrito.
Perder el tiempo es aconsejable, pero hacerlo encerrado en el coche puede ser una experiencia frustrante. Por eso hay alternativas más allá de poner tus viejas canciones o chillar al conductor de delante. Los audiolibros pueden ser una opción. Una forma de comunión entre el viaje físico y el metafórico.