Lo que hace unos años parecía ciencia ficción o el capricho de algún excéntrico, hoy es una realidad. Los vehículos salen de fábrica dotados de sistemas de conexión a internet que permitan a sus usuarios una experiencia de movilidad más segura y eficiente. El uso y tratamiento de la ingente cantidad de datos que genera esa conectividad, el big data, se muestra ahora como una gran oportunidad de negocio en el sector de la automoción. Según un informe realizado por la consultora McKinsey en 2016, el uso de los datos asociados al coche conectado podría generar un negocio de hasta 750.000 millones de dólares en 2030.

Por eso, ya son muchas las marcas en el sector de la automoción que incorporan el big data para mejorar sus resultados económicos. Gracias a esos datos son capaces de acercarse más al gusto de los clientes, configurando sus vehículos según esas exigencias.

Pero ¿qué es eso del ‘big data’ y por qué es tan importante?

Cuando hablamos de big data (o macrodatos, para los puristas de la lengua) nos referimos a “conjuntos de datos o combinaciones de conjuntos de datos cuyo tamaño (volumen), complejidad (variabilidad) y velocidad de crecimiento (velocidad) dificultan su captura, gestión, procesamiento o análisis mediante tecnologías y herramientas convencionales”, tal y como explican en Power Data. Para manejar tal volumen de información es necesario disponer de tecnología específica que facilite su uso.

Gracias a esos macrodatos es posible crear modelos predictivos que afectan a casos extraordinarios, como prevenir un tsunami, por ejemplo; y a cuestiones más cotidianas y cercanas como saber dónde se van a producir los mayores atascos de tráfico.

Big data y automoción

La industria de la automoción no es ajena al uso de estos macrodatos. El estudio de McKensey de 2016 citado arriba revelaba que los propios consumidores estaban interesados en activar funcionalidades de datos para hacer su movilidad más segura y eficiente, y que incluso estaban dispuestos a pagar por ello. De ahí el éxito de aplicaciones como las que permiten encontrar aparcamiento, por ejemplo.

El uso más obvio que los fabricantes de automóviles pueden hacer del big data está dirigido a mejorar la fabricación de sus productos. Saber dónde falla el motor o el sistema eléctrico de un vehículo ayuda a introducir los cambios necesarios en su cadena de montaje para solventarlos. Según un estudio del instituto alemán Fraunhofer IFA, se estima que las empresas se ahorrarían entre un 10% y un 20% en gastos de mantenimiento, tal y como apuntan en un artículo publicado por Intelligent.

«Ahora el coche nos comunica cuando está averiado y cuáles son las causas. En el futuro hasta podrán prevenirse los fallos, al estar conectado el vehículo con el fabricante o el taller, con el que puede concertar una cita. Esto será muy útil para reducir la siniestralidad», indicaba Marcial Fernández, director de área de organización, sistemas y entorno web de ICEA, asociación investigadora que colabora con las compañías aseguradoras, en un debate sectorial organizado por El Mundo y Direct Seguros en 2017.

Gracias al big data y a los comentarios dejados por los usuarios en redes sociales, a estas empresas de automoción les resultaría también más fácil saber qué tipo de acabados son los que más éxito tienen entre los usuarios o qué tipo de vehículo es el más vendido, por lo que pueden adaptar su producción en función de estas variables.

Las aseguradoras también se ven beneficiadas por el big data. En 2017, el 44% de ellas ya había implantado procesos de macrodatos en sus negocios. Esa información les permite conocer mejor la forma de conducción de sus clientes y adaptar mejor las ofertas de servicios. También les ayuda a reducir el fraude. Y también les permite disponer de información útil para la seguridad en carretera, como la relacionada con desastres naturales o meteorología.

Las ventajas para el conductor

No solo las compañías del sector de la automoción pueden beneficiarse del biga data, también los conductores. Aplicaciones como Waze recopilan en tiempo real datos sobre el tráfico, accidentes y otros peligros que puedan surgir en las carreteras gracias a la colaboración masiva entre sus usuarios, lo que se conoce como el crowdsourcing en inglés. Usuarios ayudando a otros usuarios a llegar a sus destinos más rápido y seguros. En eso mismo se basan también las aplicaciones que ayudan a encontrar aparcamiento.

Sin embargo, hay que tener en cuenta la privacidad de los usuarios. Jaser Abdel-Kader, responsable de Desarrollo de Negocio de Secmotic, sostenía en una entrevista realizada para el Grupo Concesur que “el usuario ha de tener en cuenta que cede ciertos datos a cambio de que se le proporciones un servicio de alto valor añadido. Lo realmente importante es que el usuario esté bien informado de qué datos cede y para qué. En este sentido, la entrada en vigor del nuevo reglamento de protección de datos de la Unión Europea (GDPR) permitirá proporcionar a los ciudadanos un mayor nivel de control sobre sus datos personales”.

Hacia el coche autónomo

Si en algo coinciden los expertos es que los macrodatos son el pilar de la futura conducción autónoma. De hecho, los conocidos como smart cars o coches inteligentes son ya una realidad. Automóviles dotados con la última tecnología que les permite estar conectados con su entorno para poder interactuar mejor y conseguir una conducción más eficaz y segura. “Cuando todos los coches estén conectados entre sí no se necesitarán ni semáforos”, vaticinaba José Ángel Alonso, senior management de KPMG en el ya mencionado debate sectorial de El Mundo y Direct Seguros.

Ejemplo de ello son los coches autónomos de Google y Tesla, aunque aún les queda mucho camino por recorrer hasta ser plenamente seguros y operativos. En cualquier caso, los organismos oficiales europeos ya están preparando legislación sobre vehículos autónomos. En España, la DGT ya está preparando una normativa que regule la conducción de este tipo de vehículos.

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