El coronavirus ha recluido a la población de numerosos rincones del planeta. En algunos países, las excepciones para que los ciudadanos puedan salir de casa son muy limitadas, aunque las medidas adoptadas por los diversos estados son diferentes. Las restricciones dentro de estos, además, varían según pasan los días, endureciéndose a medida que la curva de contagio crece entre su población. Atajar la propagación de la enfermedad pasa por que los ciudadanos entiendan que no salir de casa es la medida de prevención más efectiva.

 

A la cabeza de los países más restrictivos se sitúa China. Fue allí donde empezó todo y donde las autoridades entendieron pronto que si los portadores del coronavirus no viajaban, este tampoco lo haría. Por eso el confinamiento en Wuhan, la zona cero, fue total desde casi el inicio de la crisis. La actividad de la provincia cesó, quedando únicamente abiertos los establecimientos de alimentación, farmacias y hospitales. La zona quedó aislada del resto del país y del mundo. La reclusión total ni siquiera excluía a los dueños de perros: tanto ellos como sus mascotas debían respetar la cuarentena.

Pese a lo estricto de las medidas, no hay sanciones para quienes se las salten. El gobierno chino confía en que el bien común es suficiente aliciente para sus conciudadanos.

 

En Italia, el país donde se detectó el primer brote en Europa, las alarmantes cifras de nuevos contagios y víctimas mortales en los últimos días alentaron al gobierno de Giuseppe Conte a endurecer las medidas que habían instaurado semanas antes. A partir del 23 de marzo y, al menos, hasta el 3 de abril, solo los servicios esenciales (alimentación, sanidad, bancos y seguros) permanecerán en activo.

 

Los llamamientos al confinamiento total por parte del sector sanitario italiano, alarmando del colapso de las unidades de cuidados intensivos de regiones como Lombardía, fueron el acicate definitivo para que las autoridades locales decretaran la prohibición de reuniones en lugares públicos, el cierre de negocios con la excepción de los considerados servicios esenciales o la realización de cualquier actividad deportiva al aire libre.

 

Medidas que en España se tomaron hace ya más de una semana tras decretarse el estado de alarma. Desde entonces solo están permitidos los desplazamientos relacionados con la compra de alimentos o productos farmacéuticos, la asistencia a personas dependientes o las de todos aquellos que deben acudir a su lugar de trabajo (aunque se recomienda el teletrabajo en las actividades que así lo permiten).

 

A diferencia de China, aquí, como en la mayoría del resto de los países, los dueños de perros sí pueden sacarles a la calle, aunque siempre que sea cerca de casa y en el menor espacio de tiempo posible. Las sanciones para quien no acate el estado de alarma abarca multas que van desde los 100 hasta los 600.000 euros.

 

En Francia, otro de los países donde el COV-19 está causando estragos entre la población en las últimas semanas, el gobierno ha endurecido las medidas del confinamiento establecido el pasado 17 de marzo. El primer ministro francés, Édouard Philippe, anunciaba solo seis días después el cierre de los mercados al aire libre y limitaba la posibilidad de hacer deporte a una distancia máxima de un kilómetro de distancia del lugar de residencia y una hora de tiempo máximo.

 

Aunque las restricciones en materia de movilidad no siempre están asociadas al número de víctimas de esta pandemia. Corea del Sur, que llegó a ser el segundo país con más casos de infectados solo por detrás de China, no limitó en ningún momento el movimiento de sus ciudadanos. El Gobierno, eso sí, aconsejó el teletrabajo desde el comienzo de la crisis. Durante los últimos días, en los que el nivel de contagios parece haberse contenido, las autoridades han endurecido sus mensajes a la población para que no se baje la guardia.

 

La evolución de la pandemia está obligando a los gabinetes de crisis a tomar medidas y, en algunos casos, a rectificar sobre la marcha. El caso más significativo es quizás el de Reino Unido. Tras un primer momento en el que el equipo Boris Johnson se escudó en sus asesores científicos para no tomar prácticamente medida alguna, el número de afectados registrado en los últimos días les ha obligado a recular. Al cierre de colegios, le siguieron los de bares, pubs y otros negocios. No obstante, ninguna de las medidas adoptadas restringe el movimiento de los ciudadanos. De momento. 

 

Desde su aparición, el virus ha demostrado su rauda capacidad de expansión. América no se ha librado de esta plaga del siglo XXI. En Estados Unidos los contagios se cuentan ya en decenas de millares, lo que ha obligado a varios estados a imponer el semiconfinamiento a sus ciudadanos. Colegio, universidades, museos, cines y restaurantes han sido cerrados en muchos de ellos, y salvo los de servicios esenciales, el resto de trabajadores han recurrido al teletrabajo. Lo que sí se permite aún es pasear o hacer deporte por la calle, siempre que se respete la distancia de seguridad.

En América del Sur, el coronavirus avanza a ritmo desigual. Brasil es, a día de hoy, el país más afectado de la región. Sin embargo, las medidas tomadas son bastante menos restrictivas que las de sus vecinos. Hasta la fecha Brasil solo ha cerrado su frontera con Uruguay y ha cancelado clases y eventos masivos en São Paulo y Rio de Janeiro, 

 

Algunos de sus vecinos, en cambio, sí han tomado medidas mucho más estrictas. Argentina, sin ir más lejos, decretó el pasado 19 de marzo el aislamiento “social, preventivo y obligatorio” para todos los argentinos con el fin de evitar la propagación de la pandemia y que se aplicará, al menos, hasta el próximo 1 de abril. Los argentinos solo podrán salir de casa “para hacer lo necesario para seguir viviendo su vida habitual”, según palabras del presidente Alberto Fernández. 

 

En Chile, por su parte, el presidente decretó el 18 de marzo el estado de excepción por catástrofe durante 90 días. Una medida que contempla el cierre de establecimientos no esenciales y el despliegue de la fuerza militar en las calles para asegurar el cumplimiento de las normas de confinamiento. La multa para quien se salte la ley puede ascender hasta los más de 2,5 millones de pesos (unos 3.000 dólares).

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