Los autos locos, serie de animación de los años 60, no pretendía ser realista. Había coches voladores, cavernícolas, vampiros y un tronco con ruedas. Sin embargo, uno de los aspectos más inverosímiles de la mítica serie de Hanna Barbera era el Super Perrari, un coche que conducía el malo de la serie junto a su inseparable perro, Patán. 

 

Los perros, más allá de la ficción, no suelen ser buenos compañeros de viaje. Se marean, se estresan en los viajes largos y adolecen de cierto nerviosismo al meterse en una máquina que no entienden. Sin embargo, hay ciertos consejos para evitarles el mal trago y garantizar su seguridad (y la de toda la familia) cuando decidimos subirlos a bordo.

 

Hay que empezar antes de preparar el viaje. Lo primero será decidir dónde va a viajar nuestro can. En las plazas delanteras está prohibido, así que habrá que buscarle sitio en los asientos traseros (ideal si es un perro especialmente curioso o que no gestiona bien estar lejos de su dueño) o en el maletero (mejor si se marea con facilidad o es muy nervioso). 

En el caso de optar por la segunda opción, debe tratarse de un maletero abierto, que permita al animal ponerse de pie. No puede compartir este espacio con maletas o bultos, ya que en caso de impacto o de frenazo puede causarle daños. Además, se deben instalar unas barras de separación para evitar que el perro se escape del maletero durante el viaje, pero estas no deberían llegar hasta el suelo para evitar daños en caso de colisión.

 

Si optamos por tener al perro en los asientos traseros, debemos llevarlo siempre atado con una correa especial para viajes que se ajuste al ojal del cinturón de seguridad. Esta correa especial hará las veces de cinturón de seguridad, por eso tendrá una hebilla de cierre en uno de sus extremos y debe ser más corta que una correa convencional. Según el último informe del RACE, en caso de accidente a 50 km/h, el peso de cualquier animal que viaje suelto en el habitáculo se multiplica por 35. Viajar con el perro suelto, aunque sea en trayectos cortos, es peligroso para él y para todos los que van en el coche. Además, hacerlo está penado con multas que pueden superar los 100 euros. 

La correa de sujección no debería engancharse a un collar normal en el cuello del animal, pues en caso de frenada brusca puede causar daños a la mascota por ahogamiento. Debería ir enganchada a un arnés de pecho. Los protectores de asientos son accesorios recomendables pues protegen la tapicería y, algunos, hacen de barrera extra para evitar que el perro pase a la parte delantera. Pero en ningún caso deben considerarse como un elemento de seguridad y no eximen de la obligación de llevar al perro atado. 

 

Si nuestro perro es de tamaño pequeño, quizá la mejor opción es optar por un transportín. Este puede ir encajonado en el suelo del vehículo (una vez más, nunca en los asientos delanteros) o enganchado con una serie de correas a los asientos traseros o al maletero. 

Más allá del viaje en sí, es recomendable informarse de la situación del lugar de destino, consultar con el veterinario para saber si son necesarias vacunas extras o medidas de protección frente a mosquitos o enfermedades que pueden no ser habituales en nuestro lugar de residencia, pero sí en el de destino. Si la mascota suele marearse, también se puede consultar al veterinario para valorar la administración de fármacos. En cualquier caso, es recomendable evitar las comidas tres horas antes de iniciar el viaje, hacer paradas cada dos horas para dar agua al perro y darle un pequeño paseo. 

 

La seguridad de un perro en el coche no acaba cuando el coche no está en movimiento. Por último, es esencial recordar que nunca, y especialmente en verano, deje a su perro dentro del coche solo ni con las ventanillas bajadas. Los golpes de calor en estas circunstancias son más normales de lo que parecen.

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